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Soy Tu Hombre Del Saco
T. M. Bilderback


Alguien… o algo… está asesinando a la gente en el condado de Sardis. Alguien… o algo… está asesinando a la gente en el condado de Sardis. El comisario Billy Napier y el inspector Alan Blake están haciendo todo lo posible para encontrar al asesino antes de que alguien más sea víctima del ”Descuartizador de Sardis”. ¿Cuál es el mayor obstáculo? El equipo forense no encuentra ningún rastro. Katie Montgomery Blake y su tía, Margo Sardis, están tratando de ayudar, pero aún no han tenido éxito. Carol Grace Montgomery y Mary Smalls han hecho un descubrimiento… ¡y ese descubrimiento aumenta la magia en el condado de Sardis! Además, algunos recién llegados al condado de Sardis ofrecen su ayuda para encontrar al asesino, aunque tienen un secreto. ¿Este secreto tendrá algo que ver con el padre de los hijos de Phoebe Smalls Napier? ¿O solo se trata de más magia? Descúbrelo en la alucinante cuarta novela de suspenso de T.M. Bilderback sobre el condado de Sardis: ¡Soy tu hombre del saco – Una historia del condado de Sardis! PUBLISHER: TEKTIME





T.В M. Bilderback

Soy Tu Hombre Del Saco – Una Historia Del Condado De Sardis




Soy tu hombre del saco




Una historia del condado de Sardis




de


T. M. Bilderback




TraducciГіn Por


Camila Elizabeth Mendoz Rubio


Copyright В© 2018 de T. M. Bilderback

Copyright fotos de la portada В© Can Stock Photo / winnond

DiseГ±o de la portada por Christi L. Bilderback

Esta es una obra de ficciГіn. Cualquier parecido con la realidad es producto de su imaginaciГіn.

Todos los derechos reservados.










CapГ­tulo 1


La mujer corriГі.

El pasillo de la escuela era largo y cada paso resonaba con fuerza mientras corrГ­a.В  Su respiraciГіn era intensa y agitada, pues habГ­a estado corriendo durante varios minutos y la escuela era enorme.

Necesitaba un lugar para esconderse y lo necesitaba rГЎpidamente.

ВЎEl laboratorio de biologГ­a estaba justo delante!В  ВЎPodrГ­a esconderse allГ­!

AbriГі la puerta del laboratorio, entrГі y la cerrГі de manera silenciosa. MirГі a su alrededor, pero no habГ­a ningГєn lugar en el que pudiera ocultarse. Sin embargo, encontrГі algunos escritorios que estaban diseГ±ados para que dos estudiantes trabajaran juntos, asГ­ que se escondiГі detrГЎs del que estaba mГЎs lejos, frente a un estante de puerta doble.

A medida que la respiración de la mujer se reducía paulatinamente, su ritmo cardíaco volvía a la normalidad. Escuchó con atención, pero no oyó nada. Ningún paso traicionó al Descuartizador… ningún respiro delató su posición.

La chica había oído hablar del Descuartizador de Sardis de la misma manera en que se enteraba de todo en ese lugar rural… por rumores y susurros. Cosas como: "Mi prima lo oyó de su suegra…" o "Alguien de Mackie’s decía que…". Cosas sin fundamento o, al menos, eso pensaba ella.

Ahora lo estaba comprobando.

– ¡Lo he perdido! ― pensó.

La puerta izquierda del estante se abriГі de golpe y el Descuartizador saltГі. La agarrГі del cabello y luego la levantГі. La habГ­a jalado de este para que su cara estuviera mirando hacia arriba, cara a cara. ParecГ­a como si su corazГіn fuera a estallar en su pecho y como si su miedo tuviera vida propia.

Con una voz gutural y grave, el descuartizador dijo: ― ¡Soy tu hombre del saco, cariño, y vas a hacer que me excite!

El Descuartizador comenzГі su trabajo.








EL COMISARIO DEL CONDADO de Sardis, William "Billy" Napier, estacionГі su coche en el aparcamiento de la Universidad Comunitaria Nathaniel Sardis. Ya habГ­an llegado varios policГ­as de la ciudad de Perry, el mГ©dico forense del condado y dos ambulancias con paramГ©dicos. Todo lo que tenГ­a que hacer era seguir las luces rojas y azules parpadeantes para encontrar la escena del crimen.

En el condado de Sardis (ВЎdonde TГљ haces la magia!) se encuentra la sede llamada Perry. De las tres ciudades oficiales del condado de Sardis, Perry era la Гєnica que tenГ­a fuerza policial. A pesar de esto, por decreto de los comisionados del condado, el comisario estaba a cargo de todas las fuerzas de orden dentro del condado, incluida la ciudad de Perry.

Billy estaba contento de permitir que el Departamento de PolicГ­a de Perry se encargase de la mayorГ­a de las cosas dentro de los lГ­mites de la ciudad, pero un asesinato era demasiado grande para Godfrey Malcolm, el alcohГіlico Jefe de PolicГ­a.

Godfrey Malcolm era un vago ineficiente y borracho. A menudo daba Гіrdenes contradictorias y luego no recordaba quГ© Гіrdenes habГ­a dado. AdemГЎs, usualmente les decГ­a a los presos de la cГЎrcel de su ciudad que lo llamaran "Dios", lo que era bastante pretencioso, aunque luego su ego creciГі lo suficiente como para encajar en el apodo.

Al policГ­a alcohГіlico le irritaba tener que darle explicaciones a Napier, quien era un policГ­a honesto y trataba a todos de forma justa, incluso a los prisioneros. Malcolm, por el contrario, extendГ­a su mano para que los criminales le dieran el dinero que tenГ­an o simplemente lo tomaba de sus carteras, bolsillos o monederos y luego los amenazaba si se atrevГ­an a contar algo. De hecho, habГ­a rumores de que le daba palizas a los reclusos en la noche, pero ninguno de ellos habГ­a presentado cargos o admitido que Malcolm tuviera algo que ver con aquello.

Algunos le mencionaron algo… a Billy.  Aunque, como la naturaleza del dinero es efímera, Billy no pudo encontrar ninguna prueba más que la palabra de la persona que presentaba la denuncia. Cualquier roca que estuviera sobre el lugar donde Malcolm había enterrado su tesoro robado, aún no se revelaba al mundo, pero Billy era un hombre paciente. Como la ciudad de Perry había contratado a Malcolm, Billy no podía despedirlo y eso lo enfadaba. No había nada que odiara más que un policía deshonesto, violento y borracho.

Billy no vio el coche de Malcolm estacionado en el campus. В«Seguro que estaba durmiendo en alguna parteВ».

SaliГі de su coche, se ajustГі el cinturГіn que sostenГ­a su arma y cerrГі la puerta con llave. В«Debo ser cuidadoso, los malditos ladrones estГЎn por todas partesВ».

Posteriormente, caminГі hacia la puerta de la entrada en la que se encontraban dos policГ­as.

–Buenos días, muchachos―dijo el comisario mientras asentía con la cabeza.

–Buenos días― dijeron los dos policías, casi al unísono.

Uno de ellos le abriГі la puerta a Billy.

–Gracias― dijo el comisario mientras entraba al edificio.

A medida que Billy caminaba por el largo pasillo, notГі lo huecos que sonaban sus pasos y, al aproximarse a la escena, el sonido de las voces los superГі. Otros dos policГ­as estaban haciendo guardia fuera del laboratorio de biologГ­a.

–Buenos días, comisario―dijo un policía y el otro asintió con la cabeza en señal de saludo.

–Buenos días―respondió Billy.

Se detuvo justo frente a la puerta.

– ¿Es muy malo?

El policГ­a asintiГі con la cabeza.

–Así es, el Descuartizador de Sardis hizo otro picadillo.

– ¡Eh, nada de eso!  No quiero que la prensa se entere de algún apodo, ¡especialmente si viene de las fuerzas de orden!  ¿Copiado?

El policía de manera silenciosa hizo un gesto de aprobación y el otro dijo tímidamente: ―Sí, comisario.

– Gracias.

Billy entrГі al laboratorio de biologГ­a.

La escena que percibiГі fue grotesca y con una especie de ordenanza. A la vГ­ctima la habГ­an atravesado con una serie de ganchos para abrigos que estaban fijados en una pared. HabГ­an extendido sus manos y las atravesaron con estos ganchos, al igual que como atravesaron sus pies con un pitГіn para escalar en la pared de ladrillos. Los pies de la vГ­ctima estaban desnudos y atravesados uno sobre otro, de modo que se asemejaba a una crucifixiГіn. A su vez, habГ­an pegado la cabeza de la vГ­ctima en la pared con una cinta adhesiva que rodeaba su frente. Le habГ­an pegado espinas o, las habГ­an adherido de otra manera, a la cinta adhesiva, lo que realzaba aГєn mГЎs la imagen de la crucifixiГіn.

Su garganta estaba cortada y era evidente que lo habían hecho en el otro extremo de la sala, junto a un estante de dos puertas, a pesar de que la cantidad de sangre frente a estas no era mucha. Además, parecía que luego de atravesar a la víctima con los ganchos de los abrigos, su estómago y la cavidad torácica se habían abierto. Sus órganos internos estaban en el suelo en forma circular y sus intestinos dibujaban la forma de un corazón alrededor de sus órganos. Sobre su cabeza, en la pared, se observaban las palabras: ―Soi tú ombre del saco―.  Las palabras mal escritas y las faltas gramaticales aparentemente se habían escrito con la sangre de la víctima, quien había perdido tanta sangre que su cuerpo se veía gris como un fantasma.  El corazón, por otro lado, había desaparecido.

Ted Baker, el fotГіgrafo que trabajaba para el mГ©dico forense del condado de Sardis, tambiГ©n habГ­a trabajado como fotГіgrafo de plantilla para el centinela del condado de Sardis. Billy le habГ­a advertido hace tiempo sobre su trabajo doble.

–Teddy, si vas a hacer ambos trabajos, tendrás que aprender a mantener la boca cerrada de vez en cuando. El hecho de que tomes fotos policiales y fotografías para el periódico del condado no significa que tengas exclusivas. La mayoría de las veces no será un problema, pero de vez en cuando tendrás acceso a cierta información que no estará destinada al público en general… hasta que yo lo diga.  ¿Trato hecho?

–Trato hecho― respondió. Ted mantuvo en secreto su intención de querer romper el trato, especialmente si eso significaba que podría continuar con su carrera periodística.

Ahora estaba tomando fotos de la escena del crimen, mientras que Kenneth Pirtle, el mГ©dico forense, le indicaba a Baker los ГЎngulos que querГ­a.В  El equipo forense esperaba que Pirtle diera el visto bueno, pero Billy no confiaba mucho en ellos. Este era el tercer asesinato que se atribuГ­a al Descuartizador y el comisario aГєn no tenГ­a ninguna evidencia que fuera Гєtil. En los tres asesinatos, habГ­an exhibido a cada una de las vГ­ctimas de la misma manera, con los Гіrganos en el centro y los intestinos colocados en forma de corazГіn a su alrededor. Asimismo, la sangre de cada vГ­ctima se habГ­a drenado casi por completo y sus corazones habГ­an desaparecido.

Conjuntamente, en los tres asesinatos se escribieron las mismas faltas de ortografГ­a con la sangre de la vГ­ctima en la pared.

Billy se preguntaba si las faltas ortogrГЎficas eran intencionales.

Llamó a Pirtle: ― ¡Hola, Kenny!

SaludГі al comisario con un gesto mientras le decГ­a al fotГіgrafo los Гєltimos ГЎngulos que querГ­a para las fotos de la escena del crimen. Cuando terminГі de explicГЎrselo, Pirtle se acercГі a Billy.

– Bastante macabro, Billy ― dijo Pirtle.

– Supongo que aún no tienes nada para mí.

– Así es, Billy, tenemos una gran bolsa llena de nada para ti. No encontramos ADN, ni pelo, ni piel bajo las uñas de la víctima, ni nada. Tal vez el laboratorio encuentre algo, pero si es como las dos últimas veces…

Pirtle se encogiГі de hombros.

Billy sacudiГі la cabeza con los labios apretados.

– Kenny, tienes que encontrar algo que me pueda servir. Se correrá la voz y la gente empezará a querer mi cabeza si no averiguo quién está haciendo esto.

– ¿Crees que no lo sé?  No hemos encontrado nada a nivel forense que te podamos dar y me refiero a nada en absoluto. Incluso traje a la gente del laboratorio estatal y aun así no hemos tenido suerte.

SacudiГі su cabeza con disgusto.

–Es como si el asesino fuera un fantasma o algo así.

Billy mantuvo su boca cerrada. SabГ­a muy bien que se podГ­a tratar de algo mГЎgico o sobrenatural; sin embargo, mantenГ­a sus opciones abiertas y su boca cerrada.

Г‰l habГ­a visto de primera mano lo que sucedГ­a cuando la magia se involucraba y no siempre era algo bonito. Mary, su hijastra, y Carol Grace, la hijastra de su mejor amigo Alan, tenГ­an un tipo de poder mГ­stico. Alan se habГ­a casado con Katie Ballantine Montgomery, quien era una bruja descendiente de la familia Sardis. AdemГЎs, la tГ­a abuela de Katie, Margo Sardis, era una bruja igualmente poderosa. De hecho, una vez Katie le contГі a Alan que Margo habГ­a realizado un hechizo para invocar al viejo Ricky Jackson y que ese hechizo invocГі a un sabueso del infierno. El pentagrama que retenГ­a al sabueso se habГ­a roto accidentalmente, por ende, este se soltГі y dejГі una puerta abierta al infierno. SegГєn lo que Margo le habГ­a contado a Katie, muchos habitantes del infierno pasaron por esa puerta y ahora tienen sus hogares en el condado de Sardis, aunque nunca nadie vio al viejo Ricky Jackson desde entonces.

Billy había visto a Mary y Carol Grace unir sus poderes contra los bandidos de la familia criminal de Giambini cuando invadieron la granja de Junior Ballantine. Fue en ese momento en el que quedó asombrado de ver que tales cosas existieran en este mundo… y que nadie lo supiera.

De todos modos, nadie lo creerГ­a, pero Billy sГ­ lo creyГі.

Lo creyГі por mucho tiempo. TenГ­a que hacerlo, ya que vivГ­a con ello.

Phoebe habГ­a insistido en que Mary aprendiera las enseГ±anzas de Margo Sardis sobre cГіmo controlar la magia que habitaba dentro de su hijastra y dentro de Carol Grace Montgomery y Bill no podrГ­a estar en desacuerdo. La chica necesitaba saber cГіmo mantener la magia dentro de ella.

Ahora parecía que quizás estaba viviendo otra vez con la magia… Esta vez en su trabajo, lo que no era bueno, no esta vez. La gente estaba muriendo, gente honesta que no merecía ese tipo de muerte.

Mientras sus pensamientos brincaban de una cosa a la otra, Billy se dio cuenta de que podГ­a llamar a Alan y pedirle que viniera. Lo necesitaba.








― ¡CAROL GRACE!  ¡VAS a perder el autobús, jovencita!

– ¡Sí, mamá!

– ¡Baja aquí, jovencita!

Alan se sentГі en la mesa de la cocina y sonriГі ante la frustraciГіn de su nueva esposa.

–Tan segura como que mi nombre es Katie Blake, ¡voy a castigar a esa chica si tenemos que llevarla a la escuela una vez más este mes!

–Katie Blake. Me encanta el sonido de ese nombre― dijo Alan con una sonrisa.

– ¿Dónde lo conseguiste, Katie?

Ella sonriГі mientras miraba a su marido.

–Un policía me lo dio. Dijo que no se estaba usando apropiadamente y quería ver si yo podía cuidarlo.

Se sentГі en su lugar de la mesa.

–Hmmm… ¿y lo estás cuidando bien?

Katie sonriГі burlonamente.

–No he tenido ninguna queja todavía.

Alan se inclinГі hacia la cara de Katie.

–Ni una sola―.

ComenzГі a besarla.

Cuando sus lenguas se tocaron, pudo probar un ligero sabor del diminuto trozo de tocino que Katie habГ­a masticado mientras cocinaba y, ademГЎs, probГі el sabor a menta de la pasta de dientes. Principalmente, disfrutГі saborear a Katie hasta que perdieron la nociГіn del tiempo.

–Oh, Dios mío, ¿pueden dejar de besarse en la cocina?  ¡Es tan asqueroso!

Alan se alejГі y mirГі a Katie a los ojos otra vez.

– Bueno, tal vez solo una vez…― le echó un vistazo a Carol Grace.

El padre de Carol Grace, Mark Montgomery, habГ­a fallecido hace varios aГ±os de un aneurisma cerebral y habГ­a dejado un seguro de dinero. Katie destinГі este seguro y el interГ©s a la crianza de Carol Grace; no obstante, cuando la compaГ±Г­a en la que trabajaba Katie la despidiГі, su mente se fijГі en la granja que le habГ­a dejado su abuela Nebbie Ballantine.В  Su abuelo se llamaba Arthur "Junior" Ballantine, asГ­ que la granja recibiГі tal nombre en su honor. Katie se habГ­a preocupado de la granja de Junior todos estos aГ±os y habГ­a pagado todos los impuestos, asГ­ que era suya, libre de todo. Por consiguiente, cuando ocurriГі el despido, Katie empacГі sus cosas y las de Carol Grace y se mudГі al condado de Sardis.

Después de la mudanza, Alan Blake, el antiguo mariscal de campo de la escuela secundaria de Katie, también se había mudado al condado, aunque lo suyo era un caso urgente. Era policía en la ciudad y había arrestado al hombre que se encargaba de las partidas de póker ilegales de la familia criminal de Giambini, Moses Turley, y a sus hombres por intentar asesinarlo a él y a otro policía. Mickey Giambini no quería tener ningún vínculo con él en el juicio, así que envió a Turley y a sus hombres a buscar a ambos policías para luego matarlos. Los hombres de Giambini encontraron al compañero de Alan, James Winstead, y lo mataron… pero no antes de que el hombre les dijera a los criminales que podrían encontrar a Alan en el condado de Sardis.

El viejo amigo de Alan, el comisario Billy Napier, tambiГ©n habГ­a estado en el equipo de fГєtbol americano de la escuela secundaria en Perry y habГ­a convencido a Katie para que le diera a Alan un lugar donde esconderse a cambio de trabajar como granjero.

Mientras tanto, Katie habГ­a conocido a la anciana bruja, Margo Sardis. Ella decГ­a que Katie y Carol Grace eran descendientes de la familia Sardis y que tenГ­an magia dentro de ellas. Con el tiempo, Katie comenzГі a aprender a usar su magia.

Carol Grace también mostraba señales de poderes mágicos florecientes y estos se multiplicaban cuando estaba cerca de Mary Smalls, su mejor amiga y compañera de escuela. Aparentemente, Mary también tenía magia dentro de ella… pero nadie sabía de dónde venía, ya que su madre, la vieja amiga de la escuela de Katie, Phoebe Smalls, no poseía estos poderes… y nadie, ni siquiera Phoebe, tenía la mínima idea de quién era el padre de Mary.

Phoebe era una alcohГіlica en recuperaciГіn.








KATIE Y ALAN SE ENAMORARON profundamente y juntos hicieron reavivar el amor que alguna vez Billy Napier y Phoebe Smalls tuvieron.

Durante una reuniГіn de las dos familias, Moses Turley aprovechГі de tomar la granja en su poder, asГ­ que pasГі a travГ©s de un tГєnel que se encontraba por debajo de esta. Carol Grace y Mary llegaron justo a tiempo para impedir que los criminales de Giambini asesinaran a Alan o a cualquier otra persona. Se tomaron de las manos instintivamente, parecГ­a como si un poder de otro mundo se hubiera apoderado de ellas, asГ­ que utilizaron su magia mental y echaron a esos hombres malvados de la casa.

Los demonios habГ­an estado esperando afuera para devorar a los cuatro criminales, ademГЎs, la tierra se abriГі y se tragГі su auto. Tras lo sucedido, ambas chicas se desplomaron en el suelo, sin saber si se encontraban inconscientes o profundamente dormidas.

Al dГ­a siguiente, se celebrГі una boda doble, puesto que el comisario Napier y Phoebe Smalls habГ­an decidido contraer matrimonio al igual que Katie y Alan.

Desde entonces, la anciana Margo Sardis habГ­a continuado enseГ±ГЎndole a Katie sobre su magia y tambiГ©n lo hizo con las otras dos chicas.

Sin embargo, Margo aún desconfiaba de ellas y prefería no hablarle de ello a Katie… pero, ella ya se había dado cuenta que algo le preocupaba. Katie había pensado preguntarle a su tía, aunque comprendió que Margo se lo contaría cuando estuviera lista… y no antes.

Alan ya habГ­a contactado a un abogado en Perry para adoptar a Carol Grace y claramente Katie habГ­a dado su consentimiento, ya que sabГ­a lo mucho que Carol amaba a Alan y lo mucho que Alan amaba a la muchacha. ParecГ­a lo correcto.

La audiencia de adopciГіn serГ­a a fin de mes, a tan solo una semana.

Katie observó a su hija: ― Señorita Carol Grace ¿qué lugar aprobaría para que su madre le dé un gran beso?  Iré con Alan si esta decisión te hace feliz.

– ¡Ewww! ―Carol Grace puso huevos revueltos en su plato, los cubrió con un poco de mantequilla, pimienta y se llevó a la boca un trozo de tostada y dos rebanadas de tocino.

– ¿Tal vez en el corral de los cerdos? ― contestó riéndose.

– No lo creo ―Alan arrugó su nariz.

– Ahí huele tan mal como el armario de Carol Grace ―dijo mientras simulaba tener arcadas.

PequeГ±ita, la mascota Boston terrier que Billy Napier le habГ­a regalado a Carol Grace, bajГі las escaleras de un salto, entrГі a la cocina, ladrГі una vez y la chica le tirГі un pedazo de tocino.

Carol se devoró el desayuno, se limpió la boca con la servilleta, se levantó bruscamente y dijo: ―Tengo que irme, el autobús llegará en un minuto.

BesГі la mejilla de su madre y la frente de Alan.

– ¡Nos vemos!  ¡Los amo!

Desde la puerta trasera llamó a su mascota: ― ¡Adiós Pequeñita! ¡Sé una buena chica!

PequeГ±ita ladrГі como si hubiera entendido la orden de su dueГ±a.

La puerta del porche trasero se cerrГі de golpe y Alan hizo un gesto de dolor.

–Tras su pronunciamiento, el heraldo real se marcha.

Katie se rio.

Alan acababa de tomar un gran bocado de huevos revueltos y tostadas cuando sonó su teléfono celular. Miró el registrador de llamadas y dijo: ―Es Billy― contestó la llamada.

– ¡Hola Bill! ¡Espero que Phoebe te haya preparado un desayuno tan bueno como el que me dio Katie!

–Alan, no creo que pueda desayunar ahora mismo. Escucha, necesito que te conectes.

Alan percibiГі el tono serio en la voz de su amigo e inmediatamente se conectГі.

– ¿Otro más?

– Así es.

– ¿Dónde?

–En la Universidad Comunitaria.

–Estaré ahí en un momento.

–Gracias, viejo amigo.

Alan colgГі la llamada.

Katie se habГ­a dado cuenta que Alan tenГ­a que irse.

– ¿Es otro de esos asesinatos?

Alan mirГі a su esposa a los ojos.

–Sí. Debe ser bastante grave.

Billy sonaba molesto.

Katie asintiГі con su cabeza y sintiГі un escalofrГ­o en todo su cuerpo.

–Está bien, anda, pero ten cuidado.

Alan iba a comer otro bocado de huevos, pero cambiГі de opiniГіn.

–Mejor que no. Si se le revuelve el estómago a Bill, probablemente se me revuelva a mí también.

Se levantó de la mesa para ir a colocarse su uniforme y, en cuanto se volteó, vio a una anciana parada atrás de él. Saltó del susto y gritó: ― ¡Ahhh!

Katie comenzГі a reГ­rse fuertemente.

Alan puso su mano en su pecho mientras apoyaba la otra en el respaldo de la silla.

–Por Dios, tía Margo, ¿tenía que acercarse a hurtadillas?

La anciana se reГ­a a carcajadas.

–No me acerqué a hurtadillas, Alan. Acabo de entrar por la puerta trasera.  Quizás no hice mucho ruido.

Katie, todavía riéndose, dijo: ―Lo hizo, yo la vi entrar.

Alan, mientras continuaba sacudiendo su cabeza de nerviosismo, extendiГі sus brazos y abrazГі a la anciana bruja.

–Buenos días a ti también, tía Margo― la soltó de sus brazos.

– Ahora, si estas dos brujas maravillosas me disculpan, tengo que ir a ayudar a Billy a atrapar al asesino.

– ¿Asesino? ― Margo preguntó de manera abrupta.

– ¿Ocurrió otro caso? ― Alan asintió.

–Así es, dama.

Los ojos de la mujer se entrecerraron.

–Debes tener cuidado, Alan Blake. Puede que no se trate de un asesino humano.

Alan se detuvo en la puerta que lleva a la sala de estar y a las escaleras.

– ¿Sabes si eso es cierto, tía Margo?

La anciana sacudiГі la cabeza.

–No lo sé, pero he intentado averiguarlo. Si descubro algo, te lo haré saber enseguida.

Alan asintiГі.

–Por favor, hágalo. Tenemos que detener esto rápido.

EmpezГі a subir las escaleras, se detuvo y volviГі a la cocina.

– ¿Margo?

La anciana lo mirГі.

– ¿Tienes alguna idea de cuántas criaturas del infierno entraron por esa puerta abierta de la que nos hablaste?

El rostro de Margo se suavizó y Alan creyó ver un pequeño indicio de miedo.  Sacudió la cabeza y dijo: ―Que Dios me ayude, Alan, no lo sé. Podrían haber sido unos pocos o podrían haber sido cientos. Simplemente no lo sé.

Alan le echГі un vistazo a Katie y luego mirГі a Margo.

–Me sentiría mejor si se quedara aquí con nosotros, tía Margo. Es mejor a que esté sola en el bosque, aunque su casa esté camuflada con espejos. Al menos, tendría la sensación de que estaría más segura.

Margo abrió la boca para rechazar cortésmente la oferta, pero se detuvo.  Finalmente, dijo: ―Lo voy a pensar, sobre todo si la oferta es de corazón.

Alan mirГі a la anciana a los ojos.

–Lo es, por favor quédese. Bueno, ahora debo irme― les dijo a ambas.










CapГ­tulo 2


Algunas mañanas a Phoebe Smalls Napier le resultaba muy difícil mantener a los niños en movimiento para poder sacarlos a todos de forma segura y así ella poder llegar a tiempo a su turno como cajera en Mackie’s.

Cuando Phoebe y Billy se casaron, Billy intentГі que ella dejara el trabajo de cajera, ya que, como comisario, Billy ganaba el dinero suficiente para mantener a la familia alimentada, vestida y con una casa donde vivir. AdemГЎs, su actividad paralela de criar Boston Terriers le daba dinero extra, es decir, era mГЎs que suficiente para mantener a la familia.

No obstante, Phoebe se negГі a dejar el trabajo y le explicГі a Billy que no se trataba de dinero.

–Bill, trabajar me mantiene sana y cuerda. Si no tuviera ese trabajo, ¿qué haría conmigo misma todos los días que tú estás en el trabajo y los niños en la escuela?  Tendría todas esas horas libres… y una alcohólica en recuperación no necesita tiempo para estar a solas con sus pensamientos. Muy a menudo, eso es lo que hace volver a beber alcohol.

AbrazГі a su marido.

–Así que, en lugar de caer en tentación, trabajaré en Mackie's. Esto me mantendrá con los pies en la tierra y estaré en la ciudad por si alguna vez me necesitas.

Billy estuvo de acuerdo con ella, pero de mala gana.

A pesar de esto, Billy ya habГ­a hablado con Martin Mackie, el nieto del fundador del local, para pedirle que Phoebe no trabara los fines de semana y solo tuviera turnos de dГ­a. MartГ­n habГ­a aceptado y todos estaban felices. Aunque en una maГ±ana de un dГ­a de la semana todo se volviГі la ley de la selva y, cuando eso ocurriГі, nadie mГЎs estuvo feliz.

– ¡Pam!  ¡Cuelga el teléfono y ayúdame con los pequeños! ― Phoebe estaba intentando cocinarle un par de huevos a Mary.

Pamela, la hija mayor de Phoebe, estaba en el Гєltimo aГ±o de escuela secundaria en Perry. Su cabello era castaГ±o y tenГ­a algunos reflejos rubios, sus ojos eran azules, casi como el hielo azul y sus labios no eran ni tan gruesos ni tan delgados. Era una joven muy bonita a sus 18 aГ±os y el parecido entre Pamela y su hermana Mary era sorprendente. Era casi como si Mary fuera un mini Pamela y ya mucha gente se los habГ­a comentado.

Mary era la segunda hermana y tenГ­a 13 aГ±os, Catherine era la tercera hermana y tenГ­a 10 aГ±os y tambiГ©n se parecГ­a a su madre y a sus otras hermanas, aunque se notaban algunas diferencias en sus rasgos, lo que hacГ­a pensar que tenГ­a un padre diferente.

Por Гєltimo, Derek tenГ­a tan solo 8 aГ±os y se parecГ­a un poco a su madre y su hermana Catherine.

Catherine y Derek llamaban “Papi” a un hombre que había sido la pareja de Phoebe en ese entonces, su nombre era John Clark y era el líder de un laboratorio de metanfetaminas. John había estado en este laboratorio al otro lado de la ciudad y había probado algunos de los productos que él y su hermano acababan de cocinar. Estas sustancias habían resultado demasiado fuertes, de modo que ambos hermanos murieron casi instantáneamente de una sobredosis o eso se rumoreaba.

Billy no habГ­a dirigido la investigaciГіn esa vez, ya que se encontraba de vacaciones. Por lo tanto, el fallecimiento de los dos habГ­a quedado a disposiciГіn de la jurisdicciГіn de la ciudad, es decir, Godfrey Malcolm estaba a cargo del caso.

De todas formas, sus muertes se podrГ­an deber a cualquier cosa.

Las dos niñas mayores no sabían quiénes eran sus padres y Phoebe tampoco lo sabía, puesto que cuando las concibió se había desmayado por beber demasiado…o por ingerir muchos “ludes”, una droga recreativa, o a causa de cualquier otra sustancia. Por esta razón, no podía recordar y en realidad tampoco era algo muy importante. En el caso de Pam, la concibió cuando se encontraba en su último año de secundaria y a pesar de las diarias y acaloradas discusiones con su madre, Phoebe ganó cada una de ellas y se quedó con su bebé.

En el caso de Mary, la concibiГі cinco aГ±os despuГ©s.

Los dos embarazos habГ­an ocurrido de manera idГ©ntica y, aunque una tenГ­a 5 aГ±os mГЎs, sus cumpleaГ±os solo tenГ­an algunos dГ­as de diferencia.

AdemГЎs, Mary habГ­a heredado la magia.

Por un lado, se encontraba Mary que cuando estaba con Carol Grace Montgomery poseГ­a una magia poderosa.

Por otro lado, se encontraba Pam que no tenГ­a absolutamente nada de magia o al menos eso era lo que Phoebe sabГ­a.

A veces, cuando Phoebe pensaba en ello detenidamente, le parecГ­a que las dos concepciones habГ­an sido demasiado parecidas con solo cinco aГ±os de diferencia, algo asГ­ como si Mary fuera una segunda copia o como si la hubieran rebobinado.

Si eso fuera cierto, significaría que alguien… o algo… la había violado dos veces para intentar crear a niños mágicamente superdotados.

Eso indicaba que por alguna razГіn la eligieron para ser el recipiente de una niГ±a mГЎgica.

Pensar en ello la habГ­a asustado hasta la mГ©dula, pero tenГ­a otros dos miedos que la asustaban aГєn mГЎs. Uno de ellos era tener que dejar a los cuatro niГ±os en el autobГєs escolar y el otro el Descuartizador de Sardis.

Billy no le habГ­a contado mucho a Phoebe sobre los asesinatos y si bien ella sabГ­a que Г©l no querГ­a preocuparla, la gente comenzaba a comentar.

AdemГЎs, era comГєn que las especulaciones se desataran en los pueblos pequeГ±os y ella trabajaba en el centro de los chismes. Su cargo como cajera en Mackie's le permitГ­a escuchar todo tipo de cosas.

Algunos decГ­an que el asesino era el viejo Ricky Jackson, el hombre que llevaba algГєn tiempo desaparecido y cuya casa se habГ­a quemado. Otros mencionaban que era Margo Sardis, lo que claramente Phoebe sabГ­a que no era cierto y, el resto, rumoreaba que se podrГ­a tratar de demonios, lo que en este caso sГ­ lo consideraba como una posibilidad.

La persona o cosa que fuera el asesino tenГ­a a Phoebe muy asustada. TemГ­a por sus hijos, temГ­a por Billy y Alan y temГ­a por todos los que vivГ­an en el condado de Sardis.

–Mamá, tengo que trabajar esta noche desde las cinco hasta las nueve.

Pam trabajaba en la tienda Big box, la cual no tenía clientes en el condado de Sardis o, mejor dicho, del condado de Sardis. Al menos, los visitantes del condado compraban allí con frecuencia, principalmente para cambiar su rutina, ya que en sus lugares de residencia compraban en las tiendas cuyos nombres terminan con “mart”.

A pesar de que la tienda Big box rebajaba todo, desde los comestibles hasta la ferreterГ­a y los neumГЎticos con precios mucho mГЎs bajos que sus competidores locales, no podГ­an atraer a sus propios lugareГ±os. Los trabajadores de la tienda pasaban el tiempo limpiando el polvo y empujando las cosas de un lado a otro, asГ­ que a nadie le molestarГ­a realmente trabajar ahГ­. De hecho, cualquiera estarГ­a feliz de tomar su salario por hacer prГЎcticamente nada****

–Le diré a Billy que te pase a buscar a las nueve— dijo Phoebe, mientras colocaba los huevos de Mary en un plato.

–Le puedo decir a Jeff que me traiga a casa.

–Me sentiré mejor si Billy lo hace, cariño. No significa que piense mal de Jeff, pero hasta que Billy no atrape a este asesino, prefiero que lo esperes.

Phoebe mirГі a su hija mayor.

–Complazca a esta pobre anciana, por favor.

Pam sonriГі.

–Está bien, mamá. Dile a Billy que lo estaré esperando al frente a las nueve.

Mary se llevó un gran pedazo de huevo a la boca y dijo: —Y no olvides que voy a ir a casa de Carol Grace esta tarde después de la escuela, la tía Margo no va a enseñar más lecciones.

–No hables con la boca llena Mary. Llámame cuando llegues, ¿de acuerdo?  Y dile a Katie que haremos algo este fin de semana.

–Sí, señora.

–¿Mamá? – dijo Derek.

–¿Sí, bebé?

–¿Catherine y yo iremos a casa de la abuela después de la escuela?

–Sí, muchachito, van a ir.

Pam le dio un codazo a los dos pequeГ±os que terminaban de comer.

– ¡Vamos, mocosos! Salgamos y esperemos el autobús.

Mary se metiГі el Гєltimo pedazo de sus huevos en la boca y dijo:

–¡Oigan! ¡Espérenme!

–Tengan cuidado— les dijo Phoebe.

–¡Los amo!  ¡Mary, no hables con la boca llena!

Phoebe la descubriГі hablando con la boca llena frente a la puerta principal que se encontraba cerrada. Los niГ±os ya se habГ­an ido.

Tuvo una sensaciГіn de recelo en su mente mientras se freГ­a un huevo para tomar desayuno. ComiГі en silencio y cuando terminГі, puso su plato en el fregadero, recogiГі su bolso, sus llaves y se fue a trabajar.








MIENTRAS ALAN CONDUCГЌA por su camino hacia la Universidad Comunitaria de Perry, pasГі por lo que parecГ­a ser una enorme obra en construcciГіn. ObservГі varios equipos de movimiento de tierra, tales como excavadoras, grГєas, volquetes y tambiГ©n a algunos hombres con cascos de seguridad que se encontraban en el sitio de ocho hectГЎreas. ParecГ­a como si estuvieran cavando un enorme orificio en el suelo o como si ya lo hubieran finalizado. No podГ­a distinguirlo con claridad debido a que se encontraba conduciendo.

«Interesante. Esto es nuevo. Pasé por aquí hace tres días y no había nada más que un campo allí. Me pregunto qué será …».

Hizo una nota mental para preguntarle a Billy mГЎs tarde.В  Tal vez el comisario sabrГ­a algo al respecto.

Sea lo que sea, parecГ­a ocupar una enorme superficie del campo y dado que habГ­a algunos ГЎrboles situados a lo largo de la carretera, el lugar de trabajo solo era visible desde una pequeГ±a zona, la cual se utilizaba como entrada y salida del campo.

A medida que Alan se alejaba, volviГі a pensar en los asesinatos.

В«Tenemos que capturarlo. Espero que no sea una amenaza para ninguno de nosotros esta vez, no quiero que se repita la noche en que Moses Turley irrumpiГі en la granja. No sГ© quГ© poder poseen las chicas o si el poder las posee a ellas, pero no quiero arriesgarme a desatarlo de nuevoВ».








CLIFF ANDERSON, TODOS los dГ­as abrГ­a su oficina de bienes raГ­ces puntualmente a las ocho de la maГ±ana y hoy no era la excepciГіn.

Г‰l poseГ­a y administraba la empresa Subastas Inmobiliarias Anderson (ВЎLa MEJOR del condado de Sardis!) exponГ­a el cartel que resaltaba sobre la puerta. Asimismo, dirigГ­a a su personal de diez personas que, a excepciГіn de su secretaria, ninguno llegaba antes de las nueve. Cliff disfrutaba del tiempo a solas por las maГ±anas y le gustaba realizar acuerdos con los compradores de propiedades madrugadores que a veces llegaban antes de las nueve.

Arlene Looper, su secretaria, trabajaba con Г©l desde hace quince aГ±os y era muy buena en su trabajo. Ella llegaba antes de las ocho de la maГ±ana para preparar el cafГ© y organizar su dГ­a.

Cliff vigilaba de cerca las piernas de Arlene. TenГ­a unas piernas armoniosas y soГ±aba con un dГ­a tenerlas enrolladas alrededor de su cintura. De vez en cuando, le echaba un vistazo a su busto, pero su mayor sueГ±o era tener sus piernas alrededor de su cintura. HabГ­a soГ±ado con eso cada dГ­a que Arlene asistГ­a al trabajo, pero solo habГ­a una cosa que le habГ­a impedido perseguir ese sueГ±o y no era precisamente el miedo a recibir una denuncia por acoso sexual o por comportarse de una manera totalmente inaceptable en el lugar de trabajo.

Arlene vivГ­a en London, un pueblo que se localizaba mГЎs al sur del condado de Sardis.

Cliff le tenГ­a un miedo terrible a Londres y no habГ­a nada que pudiera hacer para poner un pie en el lugar. Algo en ese pueblo de los agujeros en la carretera le asustaba muchГ­simo. PodГ­a sentir cГіmo su respiraciГіn se aceleraba al acercarse al pequeГ±o pueblo y se le ponГ­a la piel de gallina. Una vez que pasaba la seГ±alizaciГіn de los lГ­mites de la ciudad sus pelos se elevaban y comenzaba a sudar abundantemente, un sudor maloliente provocado por el nerviosismo. Cliff finalmente se habГ­a dado cuenta de que nunca mГЎs irГ­a a Londres por voluntad propia, sin importar lo que pasara, asГ­ que cualquier acuerdo de propiedad inmobiliaria que tuviera que realizar en Londres se lo delegarГ­a a alguno de sus empleados.

El hecho de ir a Londres a buscar a Arlene para una cita o para despuГ©s ir dejarla a su casa no era una idea para nada entretenida en la cabeza de Cliff.

No habГ­a ninguna seГ±al de que Arlene supiera sobre el deseo que su jefe sentГ­a.

Sin embargo …

algunas veces cuando él no la observaba, ella sí lo hacía con una gran sonrisa, como si se divirtiera … o lo considerara su presa.

Aparecía un brillo amarillento en su iris… un brillo amarillento como el de un animal.

Esta maГ±ana, antes de que Cliff se sentara en su escritorio para realizar su ritual de miradas y perderse en el tiempo observando la manera sigilosa con la que caminaba Arlene, el timbre de la puerta principal sonГі y una cliente entrГі.

La chica era bajita, rubia, bonita y tenГ­a algunas pecas en el puente de su nariz que asemejaban a un ligero puГ±ado de polvo.

Cliff se dio vuelta desde donde se encontraba la cafetera y con una sonrisa en su rostro se dirigiГі a la mujer.

–¡Buenos días!, me llamo Cliff Anderson. ¿En qué la puedo ayudar?

Cliff esperaba que la joven preguntara por el alquiler de un departamento o quizГЎs una casa poco costosa que pudiera alquilar por un par de semanas. Nunca la habГ­a visto antes, asГ­ que creГ­a que era una empleada de la tienda Big box.

Cuando ella le dijo lo que estaba buscando, la curiosidad de Cliff se disparГі.

–Hola.  Estoy buscando una granja que tenga al menos 40 hectáreas de pasto, una gran casa y un granero. Muy pronto enviaré un ganado desde la ciudad de Carson, Nevada, así que necesito un hogar para ellos. Pagaré en efectivo, si eso ayuda a acelerar el proceso

Por su bien, Cliff evitГі que su barbilla se le cayera hasta el piso.








—ESTO ES MUY GRAVE—DIJO Alan.

Intentaba mantener el desayuno en su estГіmago mientras inspeccionaba la escena del crimen.

Billy asintiГі.

–¿Alguna vez viste algo tan terrible en la ciudad?

Alan pensГі un instante y luego afirmГі con su cabeza.

–Una vez ayudé a limpiar una granja que había ocupado Esteban Fernández. A pesar de que esta se había quemado, encontraron dos cuerpos que pertenecían a los agentes de la Administración para el Control de Drogas. Los habían hecho picadillos. Pensamos que Fernández los había asesinado, así que los federales tuvieron que tomar medidas drásticas. La escena era bastante terrorífica.

No se habГ­a removido nada. Billy querГ­a que Alan examinara toda la evidencia en el momento y no solo con las fotos, puesto que creГ­a que habГ­a algo que estaban pasando por alto.

Alan respirГі profundamente tres veces para poder calmarse. ComenzГі a estudiar todo lo relacionado con la escena y, de forma metГіdica, analizГі todo antes de moverse.В  Cuando se sintiГі preparado, se colocГі unos cobertores desechables de papel en los zapatos para no contaminar ninguna prueba microscГіpica. Poco a poco se acercГі a los restos de la joven. EstudiГі la posiciГіn de cada Гіrgano y cГіmo sus intestinos dibujaban la forma del corazГіn de San ValentГ­n. Se detuvo para estudiarlo cuidadosamente y luego regresГі para hablar con Billy.

–No hay ninguna ruptura en los intestinos. ¿Te diste cuenta?

Billy sacudiГі la cabeza.

–No.

–Mira.

Alan seГ±alГі la parte de los intestinos.

–Aquí es donde el intestino se desconectó del estómago.

ApuntГі a la parte del intestino que estaba junto a la primera parte.

–Y esta es la parte que se separó del intestino—miró al forense.

–¿Tengo razón?

El forense asintiГі.

–Entonces, no hubo ningún desgarro. No hay ninguna separación ni tampoco hay torsión.

Billy estaba confundido.

–¿Entonces?

Alan lo mirГі.

–Significa que quien hizo esto sacó los intestinos paso a paso y dibujó el corazón a medida que avanzaban. Los intestinos no se enredaron ni se rasgaron o cortaron. Esto requirió una gran concentración o suerte, además de tiempo.  Incluso las dos mitades del corazón son idénticas, lo que debe haber sido bastante difícil de realizar.

–¿Qué piensas del patrón de los órganos?

Alan los habГ­a estudiado durante cierto tiempo.

MoviГі la cabeza.

–No tengo ni idea, Billy.

–Bien, ¿quién demonios decidió no llamarme en un maldito caso de asesinato? —gritó una voz desde la puerta.

Tanto Billy como Alan se voltearon para quien acababa de llegar.

Era Godfrey Malcolm, el jefe de policГ­a de Perry.

–¡Alto ahí, idiota!  ¡Si te vas a acercar ponte un cobertor de papel en las botas!

–¿Para qué carajo? —gritó Malcolm.

–¡Para que no contamines la escena del crimen! ¿Cómo conseguiste este trabajo? ¿Chupándosela a los miembros del Consejo Municipal?

Malcolm mirГі al comisario, pero no dijo nada. Sus ojos estaban muy enrojecidos y su nariz era de un rojo brillante por beber alcohol tan a menudo.

Malcolm se apoyГі borracho en el marco de la puerta y apenas mantenГ­a el equilibrio para colocarse los cobertores de papel, pero, finalmente cuando lo consiguiГі, entrГі al lugar.

Cuando el jefe de policГ­a vio la escena del crimen vomitГі todo el suelo.










CapГ­tulo 3


—¿Crees que después de esto el Consejo Municipal lo despida?

Alan se sentГі en la oficina de Billy mientras le hacГ­a la pregunta.

–¡Por dios, seguro que sí, eso espero!

Luego de que Malcolm vomitara en la escena del crimen, Billy lo arrestó por el cargo de ebriedad en público, de modo que lo hizo pasar por todo el procedimiento de arresto. Inclusive lo hizo pasar por el registro de cavidad corporal… en caso de que Malcolm estuviera involucrado en algún contrabando de drogas, por supuesto.

El hombre, por su parte, estaba arrepentido, ya que sabía que había arruinado la escena del crimen… Bueno, lo estaba hasta que llegó el momento de registro de cavidad.

–¡Nadie me va a meter una cosa en el culo! – gritó Malcolm.

Varios ayudantes sostuvieron al enfadado Jefe de PolicГ­a y el encargado pudo llevar a cabo el examen con gran entusiasmo.

Posteriormente, el comisario ordenГі que lo encerraran en una celda privada.

Billy le dijo: —¡Más vale que te alegres de que te ponga en una celda privada en vez de en una llena de gente!  ¡Ahora, cállate y acuéstate en el catre!

Un Godfrey Malcolm manso y sumiso se sentГі en el catre de la celda.

–¿Cuánto tiempo planeas dejarlo ahí, Billy?

Alan estaba sonriendo.

–¡Diez años!

Billy estaba furioso.

Alan se reГ­a a carcajadas.

Billy mirГі a su viejo amigo y tambiГ©n empezГі a reГ­rse.

–Ay, mierda, probablemente solo veinticuatro horas, pero sí o sí presentaré cargos. Su nivel de alcohol en la sangre era de 0, 12 y eso en cualquier ciudad significa estar borracho.








—KATIE, QUIERO QUE TÚ y yo intentemos contactar con algunas… otras inteligencias.  Necesitamos saber si se trata de un asesino sobrenatural o humano.

Margo Sardis estaba sentada en la mesa de la cocina de Kate. Su bastГіn con punta de plata estaba apoyado firmemente entre sus piernas anchas y sus manos arrugadas reposaban encima de este.

Mientras Katie colocaba un pastel de fresa en el horno, observГі a su tГ­a.

Margo Sardis era la tía abuela de Katie Ballantine Blake y la hermana de Margo había sido la tatarabuela de Katie. Esto convertía a Katie en una Sardis… y, por ende, en una bruja, al igual que su hija Carol Grace. La mujer había descubierto este hecho recientemente y la anciana estaba encantada de compartir por fin su conocimiento con los miembros de la familia que le darían un buen uso a la magia.

–Las brujas no son ni buenas ni malas—le había dicho Margo una vez.

–Conozco a Dios y también a su némesis. Soy sencillamente… una bruja. Ni más ni menos. Las brujas se basan en sus personalidades… como todos los demás.

Cuando Margo dijo que necesitaban contactar con otras "inteligencias", Katie no estaba segura si se refería a buenas… o malas.

–¿Qué otras inteligencias, tía?

La boca de Margo se convirtiГі en una lГ­nea sombrГ­a.

–Ambas, buenas y malas.

Katie se volteГі para mirar a Margo.

–Está segura?

MargГі asintiГі con la cabeza.

–Y puede que tengamos que preguntarles… a ellas.

Katie parecГ­a sorprendida.

–¿Está segura de que deberíamos?

–Solo si es estrictamente necesario. No quiero despertar a esa cosa particular a menos que debamos hacerlo, así que sigue siendo una posibilidad, Katie.

Margo moviГі su cabeza con un gesto de desagrado.

–Si tan solo no le hubiera dado a Ricky Jackson lo que había pedido… Si tan solo le hubiera dado lo que yo sabía que quería en realidad. De ese modo, la puerta al infierno nunca se hubiera abierto.

Katie se aproximГі a la mesa y se sentГі. ColocГі una taza de cafГ© en frente de cada uno de ellos.

–No me dijiste que las cosas del infierno a menudo se dirigen a nuestro plano de existencia?  ¿No hubieran llegado acá de todas maneras?

Margo sacudiГі la cabeza.

–Sí, querida sobrina, lo hacen, pero no en tal cantidad.  ¡Todavía no puedo creer que deje que el orgullo me cegara tanto!

Katie le dio una palmadita a la mano de la anciana.

–Tía, ya es agua bajo el puente. No hay nada que podamos hacer ahora.

Margo tenГ­a una expresiГіn de enojo y desagrado.

–Eso supongo.

Las dos mujeres se sentaron en silencio por un momento mientras bebГ­an su cafГ©.

Con una ligera y ansiosa voz, Katie preguntó: —¿Tía, ¿qué necesito para que el hechizo llame a otras inteligencias?

MargГі sonriГі y le explicГі.








PHOEBE YA LLEVABA TRABAJANDO una hora en su turno en Mackie's.

Los clientes eran pocos y no entraban con mucha frecuencia en esta maГ±ana de dГ­a de la semana. Las cosas mejorarГ­an mГЎs tarde, entretanto Phoebe habГ­a aprovechado ese tiempo para quitar el polvo de las cajas registradoras, almacenar las bolsas de compra y rellenar los estantes cerca de las lГ­neas de pago.

Phoebe estaba tan inmersa en sus pensamientos mientras llenaba los estantes de dulces que el cliente que se acercaba a ella no llamaba su atenciГіn hasta que le hablaban en voz alta.

Sorprendida, Phoebe se dio la vuelta para ver a Tom Selleck en la fila de su caja.

–¡Oh, lo siento!  ¡Me perdí en mis pensamientos y no te vi! – decía Phoebe mientras se apresuraba a su caja.

El hombre le sonriГі generosamente con unos dientes que brillaban como cien vatios por lo blancos. Phoebe incluso pensГі que habГ­a visto un destello de luz reflejado en ellos.

–No hay problema, no tengo prisa.

ComenzГі a registrar sus compras.

–No te he visto antes acá o pasando por estos lugares.

El hombre sonriГі.

–No, pero estoy planeando quedarme por un tiempo. De hecho, estoy buscando una casa de precio razonable que pueda comprar.

Phoebe, que continuaba registrando las compras dijo: —¡Oh, puedo ayudarte! Tenemos un asesor en la ciudad que dirige la Inmobiliaria Anderson. Está a un par de cuadras al este de la Plaza del Juzgado.

El hombre asintiГі.

–Gracias, quizás uno de los míos está allá ahora.

Phoebe les echГі un vistazo a los nГєmeros que de la pantalla.

–El total es 57,32 dólares, señor.

El hombre le dio tres billetes de 20 dólares y Phoebe contó el cambio. Cuando le entregó su cambio le dijo al hombre: —Gracias, señor. Espero que nos veamos pronto en Mackie's.

–Seguro que sí.  ¡Gracias de nuevo! – el hombre recogió sus bolsas con una mano y con la otra se despidió.

Phoebe se preguntaba a sГ­ misma quiГ©n serГ­a ese hombre.








—¿LO TRAJISTE?

Mary Smalls casi saltaba de un lado a otro de la emociГіn.

Carol Grace Montgomery, que pronto serГ­a Carol Grace Blake, asintiГі con la cabeza.

–Lo traje

–¡Ooooh, déjame ver!

Las chicas estaban en clases en la Escuela Secundaria de Perry. Ambas eran estudiantes de noveno grado y tenГ­an trece aГ±os.

–No lo sé, Mary. Tal vez deberíamos esperar hasta el almuerzo.

–¡Oh, vamos, Carol Grace! – Mary casi se retorcía las manos de la emoción

Carol Grace pareciГі considerarlo y, entonces, se encogiГі de hombros.

–¿Por qué no?  Probablemente no funciona de todos modos.

La joven adolescente metiГі la mano en su mochila que contenГ­a libros y cuando la retirГі, sacГі un pequeГ±o palo como del largo y el grosor de un palillo de tambor. Sin embargo, se parecГ­a mГЎs a una clavija de madera que a un palillo, ya que ambos extremos eran lisos.

Mary mirГі el palo, casi como si la hubieran decepcionado.

–¿Eso es todo?

Carol Grace asintiГі.

–¿Esa es la varita que te dio tu tía Margo?

–Eso es todo.

–¿Puedo sostenerlo?

Carol le entregГі la varita a Mary.

Los ojos de Mary se agrandaron al sentir un fuerte cosquilleo en sus manos y brazos.

–¡Wow!  Esta cosa es capaz de dar una paliza, ¿no?

–Lo hace. Me asustó la primera vez que lo sostuve, pero la tía Margo dijo que reacciona a la magia dentro de ti.  Dijo que es casi como una descarga eléctrica.

Mary asintiГі vigorosamente.

–¡Eso es lo que pensé al principio!  ¡Sentí como si hubiera agarrado una cerca eléctrica!

Le daba vueltas a la varita mientras la observaba. Luego miró a Carol Grace y preguntó: —¿Qué deberíamos hacer con ella?

MirГі a su amiga de forma exasperada.

–¡Nada! ¡Ay, Mary, nos vas a meter en problemas!

Mary sonriГі astutamente.

–No tendríamos que hacer nada muy notorio… solo algo pequeño para ver si funciona.

Carol sacudiГі la cabeza.

–No, Mary, ¿recuerdas lo que pasó la última vez que usé magia en la escuela?

–Sí, pero no sabías que tenías magia en ese momento.

–No importa. Me sentí mal en ese entonces y me sentiré mal yendo en contra de lo que la tía nos dijo que hiciéramos.

Mary cruzГі sus brazos, todavГ­a sujetando la varita. Mientras lo hacГ­a, enviГі un deseo sin que Carol Grace se diera cuenta.

Mary dijo en voz alta: —¡Eres irritante, Carol Grace! Abrió sus brazos y le devolvió la varita a Carol Grace.

La chica la guardГі en su mochila.

–Lo sé… esa es la forma en que me hicieron, supongo.

Me pregunto si le di a Pam algГєn poder con ese deseo, pensГі Mary para sГ­ misma.

Las chicas se fueron a clases charlando todo el camino.








BILLY Y ALAN ACABABAN de sentarse en una mesa del restaurante Ethel’s. Billy levantó la vista justo cuando se sentaron y saludó a William Lewis, el agente literario residente de Perry.

В«El hombre parece atormentadoВ», В«Como si no hubiera un maГ±anaВ».

Ethel Hess, la dueГ±a del restaurante, era una mujer arrugada y alegre de unos setenta aГ±os. A pesar de su edad podГ­a servir una hilera de mesas mГЎs rГЎpido que alguien con cincuenta aГ±os menos. Ahora se acercaba a su mesa. ColocГі un vaso de agua helada y una servilleta enrollada con cubiertos delante de ambos hombres.

–¡Hola, Ethel! —dijo Billy.

–Recuerdas al inspector, ¿verdad?

Ethel cambiГі sus gafas para poder ver mejor a Alan.

–Hmmm… ¿no eras tú el mariscal de campo cuando Billy jugaba al fútbol?

Alan sonrió.  —Sí, dama.

Ethel sonriГі y apuntГі a Alan.

–Eres Alan Blake, solías venir aquí a veces con una chica… no recuerdo su nombre, pero te casaste con Katie Ballantine, ¿cierto?  ¿En la granja de Junior?

Alan asintiГі.

–Buena mujer, Alan.  Debes de ser un buen hombre para haber cautivado el corazón de esa persona.

Intento serlo, dama.

Ethel sonriГі.

–¿Qué puedo ofrecerles, caballeros?

Los hombres pidieron hamburguesas y porciones de papas fritas y Ethel se dirigiГі rГЎpidamente a la cocina para encargar el pedido.

–Billy, seré honesto. Estos asesinatos me asustan y mucho.

Billy respirГі profundamente.

–A mí también Alan.

TomГі un sorbo de agua.

–Sin embargo, no podemos dejar que nadie más sepa que estamos asustados.

La puerta de la cafeterГ­a se abriГі y Billy le echГі un vistazo al reciГ©n llegado. Era un joven con un traje de etiqueta y sus ojos recorrieron de manera breve la sala. Billy tenГ­a la impresiГіn de que el joven no se habГ­a perdido ni un solo detalle.

De repente, Billy tuvo una visiГіn.

–Alan, ¿por qué crees que estaban los federales en Perry?

El hombre del traje se dirigiГі hacia ellos.

–¿Federales? – preguntó Alan.

–¿Aquí?

El hombre introdujo la mano en el bolsillo de su chaqueta y sacГі una pequeГ±a billetera de cuero.

–¿Comisario Napier?

–Así es como me llaman.

MostrГі sus credenciales.

–Soy Tory Masterson, soy parte del FBI.

Alan levantГі las cejas mirando a Billy.

Billy extendiГі su mano y Tory tambiГ©n lo hizo para saludarse.

–Encantado de conocerlo, Agente Masterson. Estamos listos para almorzar… ¿Nos quiere acompañar?

Tory sonriГі.

–No gracias, comisario, ya quedé de almorzar acá con algunas personas. Solo quería presentarme a usted, pues me asignaron al condado de Sardis.




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